La industria de la aviación proclama que quiere alcanzar las emisiones netas cero en 2050. Sin embargo, sus emisiones no han dejado de crecer –salvo durante la crisis de la COVID-19– porque el tráfico aéreo aumenta cada año.
Los aviones son el medio de transporte de pasajeros con más impacto ambiental por kilómetro recorrido. Un vuelo genera hasta 10 veces más emisiones de gases de efecto invernadero que el mismo trayecto en tren. Un solo vuelo entre América del Norte y Barcelona equivale al 20% de las emisiones anuales de un ciudadano europeo.
Además de CO₂, los aviones emiten óxidos de nitrógeno (NOx) y vapor de agua, que contribuyen a la formación de ozono troposférico y de estelas de condensación. Estas estelas pueden convertirse en nubes artificiales que atrapan el calor e intensifican el calentamiento global. Hoy, la aviación ya es responsable del 6% del calentamiento global.
Ante este panorama, el sector intenta maquillar su creciente impacto con campañas de lavado verde, muchas de las cuales han sido retiradas por ser engañosas. Las supuestas soluciones (eficiencia, combustibles alternativos, compensaciones de emisiones...) no frenan el aumento del tráfico aéreo y contribuyen a diluir la percepción de urgencia, camuflar la inacción y eludir responsabilidades.
Los combustibles “sostenibles”
Gobiernos e industria defienden los llamados combustibles de aviación sostenibles (SAF), pero la realidad es que emiten tanto como el queroseno fósil. Aunque algunos SAF se producen a partir de residuos (como aceite de cocina usado), la única forma de fabricarlos a gran escala es con cultivos como la soja o la caña de azúcar, a menudo procedentes del Sur Global, con graves consecuencias socioambientales. Para colmo, su fabricación genera más emisiones que el propio queroseno fósil.
Los aeropuertos “verdes”
También se hace lavado verde con los aeropuertos. AENA, por ejemplo, presenta el aeropuerto de El Prat como “sostenible”, ignorando que la última ampliación duplicó el tráfico aéreo, y con ello, las emisiones. Además, no ha cumplido con las compensaciones ambientales acordadas, mientras que los espacios naturales y agrícolas del Delta del Llobregat se han degradado gravemente.
Hacia el decrecimiento aéreo
Considerar la aviación como un medio de transporte sostenible es un espejismo. Lo que realmente se necesita es reducir urgentemente el tráfico aéreo e impulsar alternativas de movilidad más saludables, eficientes y accesibles para todas las personas.